domingo, 17 de mayo de 2015

Luego de haber caminado bastante lejos para comprar lo de la cena, penetro a Enigma sobre la mesa del comedor. Tiene subido hasta un poco arriba de las rodillas el pantalón de dormir, las manos apoyadas en el mantel. Como hace frío no quiere quitarse la blusa, ha puesto sus pantorillas sobre mis hombros. Los dos tenemos puesta la vista en el mismo punto, nos excita. Quiero mirarla y decirle algo sucio. No encuentro como romper el hielo, puedo sentir sus nalgas abultadas chocar contra mis muslos y pongo atención, de reojo, en la puerta entreabierta de su ropero. Voy a terminar, y creo que solo yo. Me gusta la suavidad de su pantalón de pijamas, es blanco impreso con figuras de animalitos. La tomo de la cintura con fuerza, mis últimas penetraciones le llegan más profundo, las patas de la mesa se deslizan, acabar sobre una mujer es casi como estarla atacando. Habíamos salido al frío de diciembre, por la carretera en partes en penunmbra. Yo ya le iba viendo por ratos su muy buen dotado trasero. Ella hablaba de cualquier cosa.
Se levanta de la mesa y va al baño. Me dice "mirá si no botaste nada". Me tiro a la cama y tomo el control del televisor. Recuerdo que le ayudaré en lo que sea a preparar la cena. Las pocas monedas que teníamos nos sirvieron para comprar algo: frijoles en pasta, pan francés, dos huevos, salsa de tomate y café. Hoy si tenemos gas asi que no hemos juntado leña. Hay agua de sobra en los botes. Veo los programas estúpidos de la televisión, me siento anestesiado por el polvo reciente, como flotando."¿Ya pusiste al agua para el café?" entra del patio y se va directo a la cocinita de dos quemadores. Enigma es bajita, su buen dotado trasero seria casi desproporcional con el resto de su cuerpo si no fuera por sus anchas caderas. Creo que lo desproporcional viene de sus brazos,  muy delgados, muñecas y manos huesudas. Es una mujer de inagotables recursos. O por lo menos así le ha gustado que me parezca. Sacar una cena decente de solo cuatro dólares no es una hazaña realmente.
Voy por el agua al pichel, la vierto en la olla. El café es siempre lo más importante. La droga. Es adictivo, rico como el sexo. Por eso a las mujeres les decimos "vamos a tomarnos un café". Las más calientes aceptan. Con dos quemadores es suficiente en uno hervimos el café y en el otro preparamos los huevos. Al final si hemos juntado leña y hemos puesto frijoles a hervir afuera en el patio.
"De mi no vas a obtener nada", le digo ya sentados a la mesa "no tengo trabajo, no te puedo ayudar como se debe". "No quiero nada de vos. Para que veas que no tengo ningún interés" Terminamos de comer. Dejamos medio enjuagados los platos en la pila. tapados con un plástico.Ya por la mañana se lavarán. Es raro que ella se siente a ver de inmediato la televisión. Debe dejar todo ordenado, después de todo está en su casa. Yo no tengo ganas de seguir ayudando

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