domingo, 24 de febrero de 2013

Domingo

Eran las siete de la noche, aún trapeabas con olor y yo atravesado en el sofá con mis pies colgado. Los movía al ritmo de la canción que sonaba en tu aparato. Te sentaste a explicarme el procedimiento para dejar limpio un piso: colear, darle vuelta al trapeador y dar la segunda limpieza. Yo te oía con atención pero eso ya lo se desde hace mucho, lo aprendí en casa, donde si se me enseñó a colaborar con los quehaceres ¿O de donde crees que soy tan atento contigo? Te levantaste y yo seguí mirando las calcamonías que tienes pegadas en tu closet, están viejas, algo manchadas; continuaba oyendo la canción y me levantaba a adelantar el disco cuando quería buscar una de mi gusto. Yo aún estaba en ropa de casa, me dijiste que solo te cambiarías la blusa y nos iríamos. Empecé a recordar el día, a caer en cuenta que había llegado a tu casas a las diez de la mañana y que a las siete treinta de la noche aún estaba ahí, pendiente de vestirnos y salir. Eres una mitómana, una calculadora. No me importa porque tus defectos son superados por tus virtudes ¿Nunca oíste esa frase de que a una persona se le quiere por sus cualidades pero se le ama por sus defectos? Habíamos cambiado la canaleta del patio de tu casa. Tú te subiste al techo a barrer las hojas, mientras yo desarmaba la canaleta de afuera para instalarla en lugar de la de tu patio. "Con mi peso aguanta" me dijiste estando arriba cuando te pasaba la escoba y empezaste a barrer todas las hojas secas acumuladas. Las láminas crujían y se escuchaban tus pasos por todo el tejado, yo me preguntaba si era peligroso, sin embargo confío en ti a ciegas y siempre pienso que lo que haces es lo correcto y está hecho de la mejor manera. Ese es un defecto que debo corregir, porque tú eres una mujer mortal y no una musa y en esa calidad te puedes equivocar rotundamente como en efecto lo has hecho, o mejor dicho como te ha pasado porque equivocarse nunca es algo que se haga en el sentido de hacerlo a propósito sino que es algo que te ocurre por tus limitaciones como ser humano. Debido a eso no dejaba yo de estar preocupado al oírte sobre el tejado. Sin embargo, ya subido en la escalera me acordé que las alturas me dan pánico, ya en el último escalón de la escalera, arqueado sobre el techo y jalando con fuerza un alambre enredado en un tornillo de las láminas, justamente me acordé que en lo único que piensa mi mente ya a determinada altura es en que alguna fuerza misteriosa me impulsará hacia atrás y entonces me voy a caer con mucho daño, estrépito y violencia.