domingo, 12 de mayo de 2013

Dormí toda la tarde. Desperté a las 6. Estaba lloviendo. Estoy triste, muy triste. Te extaño mucho.

lunes, 6 de mayo de 2013

Demasiado pronto para volcarme al teclado. Demasiado pronto. El blog se llama La Casa de Enigma y aún no escribo mucho sobre tu casa. Será porque aún tengo mucho resentimiento. ¿Nunca has sentido las ganas de acabar con todo, de mandarlo todo al infierno aferrándose solo a una emoción, a un sentimiento? Creo que has vivido tanto que la respuesta será si. Tirarlo todo por la borda solo por la belleza colérica del acto mismo y después no importa si sigue la nada o la muerte o el purgatorio. ¿O están reservados estos actos solo a las almas verdaderamente indómitas? Nadie vive su vida como en una película y, con franqueza, eso me parece despreciable. Mira que suerte tienes que todo está saliendo como tú querías: no he dicho nada sobre nosotros. Yo no se quién te habrá parido, pero se que tu segunda madre se fue volviendo el ingenio y la astucia.

martes, 30 de abril de 2013


Hoy me subí al bus y me dolió darme cuenta que pagué solo mi pasaje. Subiendo las gradas y extendiendo la mano al motorista caí en cuenta. Fue una tristeza rapaz, que me cayó como gavilán. Sinceramente quise combatirla pero no hay nada que se pueda hacer contra algo asi, tú lo entiendes perfectamente. Te juro que en ningún momento se me han olvidado las cosas que me enseñaste y las que me quisiste enseñar y mi cabezota no quiso aprender aún están en la lista, mi lista.

Me senté solo, casi en el último puesto y practiqué el deporte de alto riesgo:  me puse a pensar en que estarías haciendo en ese momento, en como iría transcurriendo tu día. Te imaginaba yendo de prisa, siempre sin tiempo, siempre con mil cosas que hacer. Me sentí como un trailer descompuesto por estar ya fuera de tu rutina y de tu mente y de tu corazón.

Tengo que acostumbrarme a esa y a otras cosas. Tengo que hacer como si te fuiste de viaje y nunca regresarás. Tengo que ignorar el hecho de que se tu número, se donde vives, se donde encontrarte. Que fácil sería volverte a llamar, volver a como las cosas eran, volver y volver. 

Ese es el problema: volver. El círculo vicioso, el agua estancada que gira en un remolino turbio. Mejor te hubiera dado tu tiempo. Mejor te hubiera dejado de nuevo como la primera vez.

 

martes, 23 de abril de 2013

Mi mala cabeza


Ya no resisto más café. Siento ácido el estómago, siento que me está doliendo la cabeza, siento que me sale hasta por los oídos. Tengo la garganta escaldada y el gusto saturado de cafeína. Estoy envenenado. Pero yo se que más tarde en una hora o menos iré a la cocina a prepararme otro. Simple: llenar una taza de porcelana con agua, vertirla en la ollita, ponerla sobre la hornilla encendida y mientras espero que hierva el agua sola, hechar tres cucharadas de azúcar en la taza, idealmente un poco de leche, salir de la cocina e ir a cualquier parte de la casa, no sé y regresar en cinco minutos cuando el agua ya esté hirviendo. Es una técnica que retomé desde la semana pasada que ya no salgo tanto. Desde que nos dejamos, o te dejé ¿o fuiste tú? La verdad no se porque estábamos juntos. Quizá solo por darnos nuestros gustitos y revolcones que cada vez, a mi pesar, se fueron haciendo menos frecuentes. Precisamente así como no resisto el café en estos momentos así llegué a no resistirte ¿no parecía, verdad? Y también así era seguro que te volvería a buscar una y otra vez hasta que la mecha se acabara y el asunto nos reventara en plena cara.

Me prohibiste hacer este blog y ese es uno de los principales motivos por el que si lo haré. Por joderte. Por fastidiarte. Para que a fuerza de leerme talvez entiendas mis escritos. Para cometer yo también mi fechoría muy a mi manera. ¿Te queda claro, Enigma? No tener miedo de nada ni de la muerte ni de los maleantes ni de los demonios no te será suficiente para detenerme. A mi también me cuida, además de mi ángel guardián, un delegado del propio Diablo, pero no se cual de los dos me tutelaba cuando te conocí, aunque la respuesta parezca evidente.

Precisamente asi empecemos ¿Te parece? Cuando te conocí no te quise hablar, quise que te fueras, que no me vieras, por eso me quedé callado sin moverme, como camuflajeándome, pero mi curiosidad me traicionó. Parecías problemas. Te llegaste a sentar a la mesa mientas yo te vi desde un lugar estratégico. "Ella es" pensé. "Talvez si me quedo sentado, sin moverme..."

-Disculpá ¿Vos sos Malone?

Ahí empezó todo. Pero no me arrepiento de haberme hecho el sorprendido, de haberte saludado con un beso en la mejilla y haber acercado una silla y empezar la cita a ciegas. ¿Sabes porque no me arrepiento de nada? Por pura filosofía. Uno no se arrepiente nunca de las cosas que ha hecho. Hasta pecado puede ser. Me perdonas pero asi soy seudoespiritual, cuando me conviene pues. Me diste miedo. Había algo en tí, en tus ojos, que hacia pensar que mientas hablabas desarrollabas un plan muy bien pensado. Me medistes en segundos. Llegué a pensar que eras policía en alguna misión que de manera rara y aventuresca me incluía. Es tonto, pero aún a veces lo pienso. Ya ves que tengo la mente bastante afiebrada y cabal por eso en ocasiones doy en el clavo, aunque resulto que no eras ningún agente encubierto ni nada por el estilo. Bueno, si, algo por el estilo, pero de eso hablaré luego. No te preocupes, confía en mi y verás que aún leyéndolo nadie lo sabrá.

Si me hubiera tomado la molestia de conocerte mejor en lugar de apresurarme a meterte en la cama seguro me hubiera quedado contigo. Pero era necesario que le jodieras la vida a otro y no a mí. Mi demonio y mi ángel están de acuerdo, son mis verdaderos padre y madre, ya que son andróginos, asumieron sus papeles... y me alejaron de ti. Me salvaron, no de ti, sino de mí mismo, que yo soy mi peor enemigo. Hedonista, ególatra, cobarde, interesado. Y además no tengo ese instinto que todos tienen para detectar el peligro. Yo carezco completamente de eso. También puede ser que no me importe, que se me meta tanto hacer algo o querer algo que no me importe si es peligroso o si tiene consecuencias relativamente serias, o serias. Yo soy el primero en echar mi propia carne al fuego. Siento que soy un kamikaze que en un último momento recibirá la orden de no inmolarse, que es lo suficientemente duro que, al final, sobrevivirá a cualquier cosa.

Cualquier cosa incluyéndote a ti, como va siendo exactamente el caso.





sábado, 30 de marzo de 2013

Los animales y la muerte

Soy un maricón sin huevos. Quizás por eso ella me dijo "las mariposas se mueren de un orgasmo", luego de que ella tuvo el suyo. Me bajé y me acosté a su lado y me lo dijo mirando el techo: "las mariposas se mueren de un orgasmo"

 -¿Ah?- le pregunté- ¿Las mariposas macho?
-Si--me dijo
-¿Así de delicadas son?

 Pensaba en mí ella, cuando dijo eso. Así me ve, así me percibe y tiene razón. O debe tenerla, no se. Si hubiera una metáfora para mí, sin embargo, no sería la de una mariposa macho, sería la del elefante encadenado a un poste desde su infancia que ya crecido cree que no puede arrancar la cadena.

Ya llevábamos varios orgasmos entre el día presente y el día anterior. Yo sabía que era la última vez que lo hacíamos, incluso la última vez que entraba a su casa. Por eso al irnos le pasé revisión al enorme y único cuarto sintiendo que se me empezaba a hacer un nudo en el estómago.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Después del fin del mundo... tú

Jaquelin fue mi mujer fatal. Tú no me harás tanto daño como ella lo hizo. Dices que estás destruyendo mi vida, pero en realidad me estás salvando. Podrás pensar que me hieres, que me eres dañina, que a ratos eres una tortura, y no lo niego. No eres rival para ella y no te confundas, es a ti a quien quiero. Somos dos espejos puestos frente a frente con un reflejo que nos tiramos el uno al otro como dos niños que juegan a pasarse una pelota. Tú eres la que va a disfrutar las buenas cosas que aprendí con ella, lo que a ella le costó, lo que tuvo que soportarme, la fe que tuvo que mantener y que al final se quebró.

domingo, 24 de febrero de 2013

Domingo

Eran las siete de la noche, aún trapeabas con olor y yo atravesado en el sofá con mis pies colgado. Los movía al ritmo de la canción que sonaba en tu aparato. Te sentaste a explicarme el procedimiento para dejar limpio un piso: colear, darle vuelta al trapeador y dar la segunda limpieza. Yo te oía con atención pero eso ya lo se desde hace mucho, lo aprendí en casa, donde si se me enseñó a colaborar con los quehaceres ¿O de donde crees que soy tan atento contigo? Te levantaste y yo seguí mirando las calcamonías que tienes pegadas en tu closet, están viejas, algo manchadas; continuaba oyendo la canción y me levantaba a adelantar el disco cuando quería buscar una de mi gusto. Yo aún estaba en ropa de casa, me dijiste que solo te cambiarías la blusa y nos iríamos. Empecé a recordar el día, a caer en cuenta que había llegado a tu casas a las diez de la mañana y que a las siete treinta de la noche aún estaba ahí, pendiente de vestirnos y salir. Eres una mitómana, una calculadora. No me importa porque tus defectos son superados por tus virtudes ¿Nunca oíste esa frase de que a una persona se le quiere por sus cualidades pero se le ama por sus defectos? Habíamos cambiado la canaleta del patio de tu casa. Tú te subiste al techo a barrer las hojas, mientras yo desarmaba la canaleta de afuera para instalarla en lugar de la de tu patio. "Con mi peso aguanta" me dijiste estando arriba cuando te pasaba la escoba y empezaste a barrer todas las hojas secas acumuladas. Las láminas crujían y se escuchaban tus pasos por todo el tejado, yo me preguntaba si era peligroso, sin embargo confío en ti a ciegas y siempre pienso que lo que haces es lo correcto y está hecho de la mejor manera. Ese es un defecto que debo corregir, porque tú eres una mujer mortal y no una musa y en esa calidad te puedes equivocar rotundamente como en efecto lo has hecho, o mejor dicho como te ha pasado porque equivocarse nunca es algo que se haga en el sentido de hacerlo a propósito sino que es algo que te ocurre por tus limitaciones como ser humano. Debido a eso no dejaba yo de estar preocupado al oírte sobre el tejado. Sin embargo, ya subido en la escalera me acordé que las alturas me dan pánico, ya en el último escalón de la escalera, arqueado sobre el techo y jalando con fuerza un alambre enredado en un tornillo de las láminas, justamente me acordé que en lo único que piensa mi mente ya a determinada altura es en que alguna fuerza misteriosa me impulsará hacia atrás y entonces me voy a caer con mucho daño, estrépito y violencia.